Que no diera yo (agosto de 2001)
Que no diera yo por un día volver
a los días de amor días del ayer.
Volverte a encontrar volverte a querer
volverte a entregar mi primera vez.
Yo diera por volver contigo
todo cuanto soy,
yo diera por volver contigo
todo lo de hoy.
Yo diera por volver contigo
todo y cuanto se,
yo diera por volver contigo
todo y cuanto ves.
Ya no he vuelto a amar como yo te ame
se que igual jamás yo no amare.
"En todo me ha ido muy bien, pero te extraño,
que no diera yo por volver a aquellos días
tan hermosos ¿te acuerdas? son los días
mas hermosos de mi vida, los días del ayer"
Como extraño esos días divinos vividos ayer
oh, todo diera por volver contigo
cariño otra vez.
Yo diera por volver contigo
todo y cuanto se,
yo diera por volver contigo
todo y cuanto ves.
Pero que no diera yo
todo por volver
a los días de amor
días del ayer.
lunes, 19 de enero de 2009
El Consuelo de los muertos
Esta historia trata de una joven, hija de ricos que una noche se fue con otras dos amigas para dormir juntas. Esta joven vivía en una casa enorme, casi como una mansión. Esa noche se supone que iban a estar con su abuela pero ésta (que estaba muy enferma) tuvo que marcharse al hospital dejando a las tres muchachas solas en el apartamento. Aquella no fue un noche nada agradable, además de lo de su abuela, estaban en pleno mes de Julio y una gran tormenta de verano caía sobre su comarca. Asustadas por los ruidosos truenos que rompían contra las montañas cercanas decidieron cogerse de las manos para pasar mejor la noche, era un dormitorio muy grande con tres camas cada una al lado de la otra, con una ventana a la izquierda y la puerta a la derecha, era tan grande que dejaba un buen espacio entre ellas, pero a pesar de eso llegaron a tocarse las manos, cosa que las ayudo a pasar mejor la noche.
Al día siguiente sus padres volvieron trayendo con ellos a la abuela, algo extenuada pero mejor que la noche anterior y su hija empezó a contarles el miedo que habían pasado y como se dieron las manos para tranquilizarse, entonces la madre rio y les dijo que había demasiado espacio entre las camas, las muchachas con incredulidad la llevaron a la habitación para demostrarle que si pero al tumbarse e intentar darse las manos descubriendo que les faltaban casi medio metro para tocarse, entonces la abuela se incorporo y dijo " quizás había alguien mas que buscaba consuelo anoche, no solo los vivos pasan miedo"
Al día siguiente sus padres volvieron trayendo con ellos a la abuela, algo extenuada pero mejor que la noche anterior y su hija empezó a contarles el miedo que habían pasado y como se dieron las manos para tranquilizarse, entonces la madre rio y les dijo que había demasiado espacio entre las camas, las muchachas con incredulidad la llevaron a la habitación para demostrarle que si pero al tumbarse e intentar darse las manos descubriendo que les faltaban casi medio metro para tocarse, entonces la abuela se incorporo y dijo " quizás había alguien mas que buscaba consuelo anoche, no solo los vivos pasan miedo"
Leyenda del ultimo adios
Toda mi historia ocurrió en el año 1991. Por aquel entonces tenía 9 años para cumplir 10. Mi abuela, que vivía con nosotros, se rompió la cadera al caerse de una silla, tenía 91 años, por lo que los médicos dijeron que no se la podía operar y quedó recluida a pasar lo que le quedaba de vida en la cama. Fue un mes nada más pero fue horrible ver como se iba debilitando hasta que dejó de comer. En una de las conversaciones que tuvimos, cuando aún hablaba, me dijo que se estaba muriendo, a lo que yo contesté: "Aún te queda mucho tiempo por estar con nosotros y además tienes que estar en mi cumpleaños (el 29 de Enero)", "Dios te oiga, me contestó". A primeros de Enero estaba en mi habitación con mi primo cuando me vino a la cabeza el pensamiento de que mi abuela se estaba muriendo, no hice caso creyendo que era una tontería. En ese momento entró un amigo a ver a mi abuela y empezó a llamarnos diciendo que estaba agonizando, si no llega a ser por él, ni siquiera habríamos estado en el momento de su partida.
Esa noche no pude dormir. La puerta de la habitación estaba abierta, y de pronto vi que venía mi abuela por el pasillo, empecé a gritar como un loco. Mi papá se levantó enseguida y encendió las luces, me agarraba diciendo que no pasaba nada, pero yo veía a mi abuela a su lado, la cual se acercó a mi y me dijo: "Tranquila hijo que no te voy a hacer nada, solamente vengo a despedirme". Me dio un beso y se marchó otra vez por el pasillo. Aunque no volví a verla, por toda la casa seguí notando su presencia y oyendo los lamentos de cuando estaba enferma hasta el día de mi cumpleaños. Ese día fue el último en que la sentí. Cuando me ocurrió todo esto casi caigo en una depresión, pues tenía sentimientos contradictorios, ya que quería mucho a mi abuela, sin embargo la rechacé cuando vino a despedirse de mí y sentía pánico cada vez que notaba su presencia u oía su voz. Logré superarlo gracias a una compañera del trabajo que conoce todos estos fenómenos y que me hizo comprender que mi abuela entendía el terror que yo sentía.
Esa noche no pude dormir. La puerta de la habitación estaba abierta, y de pronto vi que venía mi abuela por el pasillo, empecé a gritar como un loco. Mi papá se levantó enseguida y encendió las luces, me agarraba diciendo que no pasaba nada, pero yo veía a mi abuela a su lado, la cual se acercó a mi y me dijo: "Tranquila hijo que no te voy a hacer nada, solamente vengo a despedirme". Me dio un beso y se marchó otra vez por el pasillo. Aunque no volví a verla, por toda la casa seguí notando su presencia y oyendo los lamentos de cuando estaba enferma hasta el día de mi cumpleaños. Ese día fue el último en que la sentí. Cuando me ocurrió todo esto casi caigo en una depresión, pues tenía sentimientos contradictorios, ya que quería mucho a mi abuela, sin embargo la rechacé cuando vino a despedirse de mí y sentía pánico cada vez que notaba su presencia u oía su voz. Logré superarlo gracias a una compañera del trabajo que conoce todos estos fenómenos y que me hizo comprender que mi abuela entendía el terror que yo sentía.
Novio Decapitado
Como no se si sabrán en Ilopango hay un famoso manicomio al cual van a parar individuos de todas partes de El Salvador con todo tipo de problemas mentales, algunos de ellos son realmente peligrosos. Un sábado por la tarde corría por el pueblo el rumor de que se había escapado del manicomio un "loco" de los más trastornados y peligrosos. Esa misma noche una pareja de enamorados de un pueblo vecino y a punto de casarse, se disponía a volver a casa después de una noche de baile. A un par de kilómetros de su casa el coche se les queda sin gasolina y se detiene en el andén de la carretera. Después de estar un tiempo esperando a que alguien les pudiese socorrer sin fortuna, el novio decide acercarse a por una lata de gasolina ya que la gasolinera estaba cerca, quedándose la novia al cuidado del coche. Habían pasado ya 2 horas, el novio aun no había regresado y estaba ya muy nerviosa cuando de repente comienza a escuchar unos sonidos fuertes, secos y entrecortados en el techo del coche, como si lo estuvieses aporreando. Aterrorizada decide salir corriendo del coche y cuando esta un tanto alejada gira la cabeza y observa que sobre el coche hay una persona dando golpes sobre el techo con una cabeza humana. (La de su novio) A partir de esa noche la chica cayó en una profunda crisis nerviosa que no superó y fue internada en el manicomio, donde aun permanece. Esa misma noche, un par de horas mas tarde, la Guardia Nacional de San Salvador detuvo al "loco" que se había escapado con las manos y la ropa completamente empapada en sangre...
La leyenda de luz
Se cuenta la historia de una joven universitaria que acudió de madrugada a su habitación para llevarse algunas de sus cosas antes de volver a marcharse y pasar la noche junto a su novio. Ella entró pero no encendió la luz ya que su compañera estaba durmiendo. Anduvo varios minutos por el cuarto a oscuras buscando algo de ropa y algunos libros, finalmente salió.
Al día siguiente de regresó se encontró a la policía. Le preguntaron si ella vivía allí y contestó que sí, le dejaron pasar y se encuentra en la pared escrita con sangre estas palabras "Suerte que no encendiste la luz". Su compañera había sido asesinada la noche anterior estando ella en la habitación.
Esta historia cuenta con muchas variantes y se conoce desde hace más de 40 años en San Salvador. El tema es repetitivo y recurrente en colegios y universidades y pretende alertar a los adolescentes de ciertos peligros mundanos que pueden sucederles cuando se apartan de sus obligaciones o infringen ciertas normas. Así, unas veces la protagonista se marcha a dormir con su novio (infringe una norma moral) o a una fiesta cuando al día siguiente tiene un examen (no atiende a sus obligaciones).
Al día siguiente de regresó se encontró a la policía. Le preguntaron si ella vivía allí y contestó que sí, le dejaron pasar y se encuentra en la pared escrita con sangre estas palabras "Suerte que no encendiste la luz". Su compañera había sido asesinada la noche anterior estando ella en la habitación.
Esta historia cuenta con muchas variantes y se conoce desde hace más de 40 años en San Salvador. El tema es repetitivo y recurrente en colegios y universidades y pretende alertar a los adolescentes de ciertos peligros mundanos que pueden sucederles cuando se apartan de sus obligaciones o infringen ciertas normas. Así, unas veces la protagonista se marcha a dormir con su novio (infringe una norma moral) o a una fiesta cuando al día siguiente tiene un examen (no atiende a sus obligaciones).
Carretera del Terror
La carretera principal que va San Salvador a Chalatenango al llegar al kilómetro 72 se atraviesa unas curvas muy pronunciadas. Se trata de un cruce muy peligroso.
Un sábado por la noche, el doctor Rodríguez regresaba a su casa después de asistir a una sala de fiestas. Al llegar al cruce redujo la velocidad y se sorprendió al ver a una deliciosa jovencita, vestida con un traje largo de fiesta y haciendo auto-stop. Frenó de golpe y le hizo una señal para que subiera a la parte trasera de su descapotable. - El asiento de delante está lleno de papeles y de paquetes -se disculpó. Y a continuación le preguntó: - Pero, ¿qué está haciendo una chica tan joven como tú sola a estas horas de la noche? - La historia es demasiado larga para contarla ahora -dijo la chica. Su voz era dulce y a la vez aguda, como el tintinear de los cascabeles de un trineo. - Por favor, lléveme a casa. Se lo explicaré todo allí. La dirección es San Ignacio, Barrio El Centro Nº 24 a la par de la farmacia. Espero que no esté muy lejos de su camino. El doctor refunfuñó y puso el coche en marcha. Cuando se estaba acercando a la dirección que le indicó ella, una casa con las contraventanas cerradas, le dijo: - Ya hemos llegado. Entonces se giró y vio que el asiento de atrás estaba vacío. - ¿¡Qué demonios...!? -murmuró para sí el doctor. La chica no se podía haber caído del coche, ni mucho menos haberse desvanecido. Llamó repetidas veces al timbre de la casa, confuso como no lo había estado en toda su vida. Después de un largo tiempo de espera, la puerta se abrió y apareció un hombre de pelo gris y aspecto cansado que lo miró fijamente. - No sé como decirle qué cosa más sorprendente acaba de suceder -empezó a decir el doctor-, una chica joven me dio esta dirección hace un momento. La traje en coche hasta aquí y... - Sí, sí, lo sé -dijo el hombre con aire de cansancio-, esto mismo ha pasado otras veces, todos los sábados por la noche de este mes. Esa chica, señor, era mi hija. Murió hace dos años en un accidente de automóvil en ese mismo cruce donde usted la encontró...
Un sábado por la noche, el doctor Rodríguez regresaba a su casa después de asistir a una sala de fiestas. Al llegar al cruce redujo la velocidad y se sorprendió al ver a una deliciosa jovencita, vestida con un traje largo de fiesta y haciendo auto-stop. Frenó de golpe y le hizo una señal para que subiera a la parte trasera de su descapotable. - El asiento de delante está lleno de papeles y de paquetes -se disculpó. Y a continuación le preguntó: - Pero, ¿qué está haciendo una chica tan joven como tú sola a estas horas de la noche? - La historia es demasiado larga para contarla ahora -dijo la chica. Su voz era dulce y a la vez aguda, como el tintinear de los cascabeles de un trineo. - Por favor, lléveme a casa. Se lo explicaré todo allí. La dirección es San Ignacio, Barrio El Centro Nº 24 a la par de la farmacia. Espero que no esté muy lejos de su camino. El doctor refunfuñó y puso el coche en marcha. Cuando se estaba acercando a la dirección que le indicó ella, una casa con las contraventanas cerradas, le dijo: - Ya hemos llegado. Entonces se giró y vio que el asiento de atrás estaba vacío. - ¿¡Qué demonios...!? -murmuró para sí el doctor. La chica no se podía haber caído del coche, ni mucho menos haberse desvanecido. Llamó repetidas veces al timbre de la casa, confuso como no lo había estado en toda su vida. Después de un largo tiempo de espera, la puerta se abrió y apareció un hombre de pelo gris y aspecto cansado que lo miró fijamente. - No sé como decirle qué cosa más sorprendente acaba de suceder -empezó a decir el doctor-, una chica joven me dio esta dirección hace un momento. La traje en coche hasta aquí y... - Sí, sí, lo sé -dijo el hombre con aire de cansancio-, esto mismo ha pasado otras veces, todos los sábados por la noche de este mes. Esa chica, señor, era mi hija. Murió hace dos años en un accidente de automóvil en ese mismo cruce donde usted la encontró...
Cementerio Viviente
Luis, como buen contador, trabajaba de sol a sol para de alguna forma obtener mayores ganancias que las que dejaba su profesión. Era el año de 1961 y su vivienda ubicada en la Colonia Ferrocarril, cerca de los cementerios de San Salvador, La Bermeja y el General, tenía que pasar religiosamente en su carro todos los días cerca de las 11 o 12 de la noche cuando regresaba de su ardua labor. Estaba casado, con 2 hijos y un trabajo fructificante que lo tenía muy feliz.
Un sábado 16 de marzo decidió irse a emborracharse con sus amigos y compañeros de trabajo al Bar El Espinazo, por la 29 Calle Poniente. Era ya de madrugada cuando salieron y estaba tan borracho que no podía mantenerse en pie así que le pidió a un compañero que vivía por la Plaza Bolívar que lo dejara cerca, que el iría a su casa caminando.
La colonia Ferrocarril queda cerca del Mercado Central, donde existen siempre rateros que aprovechan la oscuridad para cometer fechorías. Esa noche, Luis que tenía un aguante bárbaro para el alcohol aun podía mantenerse en pie. El hecho de dejar su carro parqueado en el bar fue por precaución más que otra cosa. A el le gustaba caminar, de no ser que decidió irse no por el Mercado Central por temor de ser asaltado por lo que se fue recto del parque Bolívar a salir por el Boulevard Venezuela. En el trayecto era obligatorio pasar por ambos cementerios que dividían la calle. Como escéptico y dado que en 1961 la delincuencia no estaba tan descontrolada como ahora, decidió acortar el camino rumbo al cementerio y así ahorrarse 15 minutos de caminar. En su mente estaba preparando lo que iba a hacer la mañana de ese domingo: descansar y salir con su familia a dar una vuelta al Parque Saburo Hirao, antes tenía que recoger el carro…..
El Cementerio General está dividido por sectores, existen lugares exclusivos para comunidades extranjeras, como la colonia española, el sector de los judíos, los ingleses y alemanes, así como los nichos destinados a los gringos. Las criptas están bien elaboradas. Luis pensaba en su fecha de muerte, le atemorizaba el saber que algún día tenia que morir. El no creía en la vida más allá pero sentía el tener que dejar este mundo algún día. Al pasar por las criptas comunes le sorprendió ver una especie de humo fluorescente salir de la mayoría de tumbas. Sabía de antemano que podría ser por el fósforo que desprenden los cuerpos al descomponerse y al combinarse con el rocío producía ese efecto. Le sorprendió ver una tumba semiabierta en la cual un búho descansaba, sus ojos eran exorbitantes y el sonido estremecedor. Confiando en su valentía se dispuso a sentarse en la cripta. Leyó el epitafio que decía: “María de los Ángeles, buena madre, esposa e hija, San Salvador, 17 de marzo de 1941. Al ver su reloj se dio cuenta que ya era domingo y exactamente esa fecha. Pensó: “pobre anciana, donde fue a quedar, yo que ella, exigiría antes de morir ser enterrado en una cripta bonita en un camposanto digno no como este….”
Tres pasos había dado cuando sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, sintió que la piel se le desgarraba, una sed que no era producto de la resaca sino algo más sofocante, sus piernas le temblaban, así que se armó de valor y volvió a ver hacia atrás….el cuerpo putrefacto casi momificado de la señora estaba de pie frente a él. En 20 años de descomposición, el pelo cano aun se conservaba, los ojos casi se salían de sus órbitas, su boca estaba reventada, su piel amarillenta, su cintura casi desecha de tanta carne enterrada. Inmediatamente, Luis casi se desmaya pero pensaba que sería peor el ignorar lo que le hacían si caía desplomado así que solo balbuceó:
- Qui….en…..es ud?
La voz le respondió: Soy María de Los Ángeles, a quien ud insultó.
Yo…..respondió Luis….no sabía……no se preocupe increpó la señora.
Inmediatamente una carcajada rebozó el cuerpo de la señora, era espeluznante, de su boca salían gusanos que se revolvían arrancando la poca carne que quedaba del cuerpo frío de la señora y de repente; Luis no se sentía solo……a su alrededor observó como 3 cadáveres más se levantaban….uno de ellos, hombre, de buen vestir, aun tenía los anteojos con los que había sido sepultado. Prácticamente, la cara era solo ya la calavera y dejaba mostrar nada más, sus dientes y lengua con los que emitía sonidos pero inentendibles.
Otro cuerpo más, el de una niña con un vestido rosado emergía a su alrededor, llorando desconsoladamente, gritaba pidiendo auxilio y cayó desplomada.
El último ser era un hombre de apariencia negra, no podía pararse puesto que sus huesos estaban desechos, caminaba arrastrándose. Su piel estaba terriblemente lacerada y gritaba despavoridamente. Luis se daba cuenta que estaba ante unos completos zombis, muertos vivientes, parecidos a los que salían en una película famosa de George Romero, pensaba que era un sueño. El negro cadáver se retorcía de dolor y angustia implorando a Luis que lo salvase del terrible tormento que lo acongojaba.
- Por favor, no más por favor. Piedad, Dios Mío, piedad…..gritaba aterrorizado el último cadáver.
Luis no podía mas, preguntóle al cadáver cual era su pena y este no parecía oírle, solo gritaba pidiendo misericordia, estaba en un lugar de tormento, un lugar horrible narrado y parecido como el infierno de Dante, pedía perdón por sus pecados pero no era escuchado, ya era demasiado tarde. Luis clamó al cielo pidiendo una respuesta. Era todo vacío, no había solución, moriría de pavor, encontrarían su cadáver al día siguiente y dirían que murió de miedo por pasar el cementerio, no quería parecer un cobarde……
De pronto, una espesa lluvia apareció por los cielos, esta parecía ser azufre o lava volcánica que caía despiadadamente sobre los cuerpos de los muertos vivientes. Todos se retorcían cual gusanos salados, la niña con vestido rosado era la que más sufría, sus gritos volvían loco a todo aquel que lo escuchara y Luis salió corriendo……no encontraba la salida y se dio cuenta que a su alrededor casi todos los cadáveres se habían salido de sus tumbas pidiendo clamor al Ser Supremo, estos ya no podían ser escuchados, Luis podía verlos y ellos también a el, pero no podían hacerle daño, parecían templarios, aquellas personas que bajo la guerra francesa eran sacrificados y antes de morir, les sacaban los ojos. Era terrible y Luis cayó a un foso que no pudo ver por culpa de la lluvia. El gritaba, desesperado pidiendo auxilio, su respiración era corta producto de la falta de oxígeno, lloraba desesperado, sintió de repente el cuerpo de un muerto frente a el. Vio con espanto aquel hombre que a su parecer tenia apenas 15 días de ser enterrado, estaba asqueroso, sus ojos habían perdido la pupila, se movía y esto hacia casi infartar a Luis que hacia esfuerzos sobrehumanos para salir de ahí.
En un momento de desesperación, Luis invocó al creador pidiendo perdón por sus pecados. Lloraba al recordar cuando hace 2 años asesinó a sangre fría a un ladrón al que quitó su arma y éste pidiéndole perdón para que no lo matase, Luis lo asesinó cruelmente disparándole en cada parte del cuerpo. La primera bala atravesaba la pierna, la segunda la cintura, otra mas en la mano y tres mas en la cara para rematar con un disparo a la sien. El ladrón caería inerte al piso y Luis que cuidadosamente se llevó el arma, la mandó a fundir para cortar evidencia. Sabía que era inocente puesto que fue en defensa propia pero tenía miedo que la justicia se pusiera en contra de él.
Luis veía pasar su vida en segundos, parecía toda una regresión, recordaba cuando era bebé, cuando se casó, cuando andaba en bicicleta, su primer trabajo, todo, era un sinnúmero de recuerdos que aparecían lucidamente y finalmente cayó.
A la mañana siguiente, el vigilante y un mozo encontraron su cuerpo aun con vida y lo llevaron al Hospital Rosales donde se le decretó oficialmente la muerte. Sería enterrado al día siguiente. Al momento de efectuar la autopsia, el médico forense efectuó el corte abdominal cuando Luis estrepitosamente volvió en sí……había sufrido una catalepsia producto de lo acontecido en la madrugada y el médico forense casi se muere del susto.
Luis no volvió a ser el mismo, continuamente hablaba solo y balbuceaba frases inentendibles. Al morir su esposa, 15 años más tarde, fue recluido en el Hospital Psiquiátrico donde actualmente pasa sus últimos días. En este tiempo ha sufrido visiones terroríficas y es sedado a cada rato producto de ello. Luis sabe que lo que vivió es cierto, lo que no sabe es que aun falta lo peor cuando fallezca.
Un sábado 16 de marzo decidió irse a emborracharse con sus amigos y compañeros de trabajo al Bar El Espinazo, por la 29 Calle Poniente. Era ya de madrugada cuando salieron y estaba tan borracho que no podía mantenerse en pie así que le pidió a un compañero que vivía por la Plaza Bolívar que lo dejara cerca, que el iría a su casa caminando.
La colonia Ferrocarril queda cerca del Mercado Central, donde existen siempre rateros que aprovechan la oscuridad para cometer fechorías. Esa noche, Luis que tenía un aguante bárbaro para el alcohol aun podía mantenerse en pie. El hecho de dejar su carro parqueado en el bar fue por precaución más que otra cosa. A el le gustaba caminar, de no ser que decidió irse no por el Mercado Central por temor de ser asaltado por lo que se fue recto del parque Bolívar a salir por el Boulevard Venezuela. En el trayecto era obligatorio pasar por ambos cementerios que dividían la calle. Como escéptico y dado que en 1961 la delincuencia no estaba tan descontrolada como ahora, decidió acortar el camino rumbo al cementerio y así ahorrarse 15 minutos de caminar. En su mente estaba preparando lo que iba a hacer la mañana de ese domingo: descansar y salir con su familia a dar una vuelta al Parque Saburo Hirao, antes tenía que recoger el carro…..
El Cementerio General está dividido por sectores, existen lugares exclusivos para comunidades extranjeras, como la colonia española, el sector de los judíos, los ingleses y alemanes, así como los nichos destinados a los gringos. Las criptas están bien elaboradas. Luis pensaba en su fecha de muerte, le atemorizaba el saber que algún día tenia que morir. El no creía en la vida más allá pero sentía el tener que dejar este mundo algún día. Al pasar por las criptas comunes le sorprendió ver una especie de humo fluorescente salir de la mayoría de tumbas. Sabía de antemano que podría ser por el fósforo que desprenden los cuerpos al descomponerse y al combinarse con el rocío producía ese efecto. Le sorprendió ver una tumba semiabierta en la cual un búho descansaba, sus ojos eran exorbitantes y el sonido estremecedor. Confiando en su valentía se dispuso a sentarse en la cripta. Leyó el epitafio que decía: “María de los Ángeles, buena madre, esposa e hija, San Salvador, 17 de marzo de 1941. Al ver su reloj se dio cuenta que ya era domingo y exactamente esa fecha. Pensó: “pobre anciana, donde fue a quedar, yo que ella, exigiría antes de morir ser enterrado en una cripta bonita en un camposanto digno no como este….”
Tres pasos había dado cuando sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, sintió que la piel se le desgarraba, una sed que no era producto de la resaca sino algo más sofocante, sus piernas le temblaban, así que se armó de valor y volvió a ver hacia atrás….el cuerpo putrefacto casi momificado de la señora estaba de pie frente a él. En 20 años de descomposición, el pelo cano aun se conservaba, los ojos casi se salían de sus órbitas, su boca estaba reventada, su piel amarillenta, su cintura casi desecha de tanta carne enterrada. Inmediatamente, Luis casi se desmaya pero pensaba que sería peor el ignorar lo que le hacían si caía desplomado así que solo balbuceó:
- Qui….en…..es ud?
La voz le respondió: Soy María de Los Ángeles, a quien ud insultó.
Yo…..respondió Luis….no sabía……no se preocupe increpó la señora.
Inmediatamente una carcajada rebozó el cuerpo de la señora, era espeluznante, de su boca salían gusanos que se revolvían arrancando la poca carne que quedaba del cuerpo frío de la señora y de repente; Luis no se sentía solo……a su alrededor observó como 3 cadáveres más se levantaban….uno de ellos, hombre, de buen vestir, aun tenía los anteojos con los que había sido sepultado. Prácticamente, la cara era solo ya la calavera y dejaba mostrar nada más, sus dientes y lengua con los que emitía sonidos pero inentendibles.
Otro cuerpo más, el de una niña con un vestido rosado emergía a su alrededor, llorando desconsoladamente, gritaba pidiendo auxilio y cayó desplomada.
El último ser era un hombre de apariencia negra, no podía pararse puesto que sus huesos estaban desechos, caminaba arrastrándose. Su piel estaba terriblemente lacerada y gritaba despavoridamente. Luis se daba cuenta que estaba ante unos completos zombis, muertos vivientes, parecidos a los que salían en una película famosa de George Romero, pensaba que era un sueño. El negro cadáver se retorcía de dolor y angustia implorando a Luis que lo salvase del terrible tormento que lo acongojaba.
- Por favor, no más por favor. Piedad, Dios Mío, piedad…..gritaba aterrorizado el último cadáver.
Luis no podía mas, preguntóle al cadáver cual era su pena y este no parecía oírle, solo gritaba pidiendo misericordia, estaba en un lugar de tormento, un lugar horrible narrado y parecido como el infierno de Dante, pedía perdón por sus pecados pero no era escuchado, ya era demasiado tarde. Luis clamó al cielo pidiendo una respuesta. Era todo vacío, no había solución, moriría de pavor, encontrarían su cadáver al día siguiente y dirían que murió de miedo por pasar el cementerio, no quería parecer un cobarde……
De pronto, una espesa lluvia apareció por los cielos, esta parecía ser azufre o lava volcánica que caía despiadadamente sobre los cuerpos de los muertos vivientes. Todos se retorcían cual gusanos salados, la niña con vestido rosado era la que más sufría, sus gritos volvían loco a todo aquel que lo escuchara y Luis salió corriendo……no encontraba la salida y se dio cuenta que a su alrededor casi todos los cadáveres se habían salido de sus tumbas pidiendo clamor al Ser Supremo, estos ya no podían ser escuchados, Luis podía verlos y ellos también a el, pero no podían hacerle daño, parecían templarios, aquellas personas que bajo la guerra francesa eran sacrificados y antes de morir, les sacaban los ojos. Era terrible y Luis cayó a un foso que no pudo ver por culpa de la lluvia. El gritaba, desesperado pidiendo auxilio, su respiración era corta producto de la falta de oxígeno, lloraba desesperado, sintió de repente el cuerpo de un muerto frente a el. Vio con espanto aquel hombre que a su parecer tenia apenas 15 días de ser enterrado, estaba asqueroso, sus ojos habían perdido la pupila, se movía y esto hacia casi infartar a Luis que hacia esfuerzos sobrehumanos para salir de ahí.
En un momento de desesperación, Luis invocó al creador pidiendo perdón por sus pecados. Lloraba al recordar cuando hace 2 años asesinó a sangre fría a un ladrón al que quitó su arma y éste pidiéndole perdón para que no lo matase, Luis lo asesinó cruelmente disparándole en cada parte del cuerpo. La primera bala atravesaba la pierna, la segunda la cintura, otra mas en la mano y tres mas en la cara para rematar con un disparo a la sien. El ladrón caería inerte al piso y Luis que cuidadosamente se llevó el arma, la mandó a fundir para cortar evidencia. Sabía que era inocente puesto que fue en defensa propia pero tenía miedo que la justicia se pusiera en contra de él.
Luis veía pasar su vida en segundos, parecía toda una regresión, recordaba cuando era bebé, cuando se casó, cuando andaba en bicicleta, su primer trabajo, todo, era un sinnúmero de recuerdos que aparecían lucidamente y finalmente cayó.
A la mañana siguiente, el vigilante y un mozo encontraron su cuerpo aun con vida y lo llevaron al Hospital Rosales donde se le decretó oficialmente la muerte. Sería enterrado al día siguiente. Al momento de efectuar la autopsia, el médico forense efectuó el corte abdominal cuando Luis estrepitosamente volvió en sí……había sufrido una catalepsia producto de lo acontecido en la madrugada y el médico forense casi se muere del susto.
Luis no volvió a ser el mismo, continuamente hablaba solo y balbuceaba frases inentendibles. Al morir su esposa, 15 años más tarde, fue recluido en el Hospital Psiquiátrico donde actualmente pasa sus últimos días. En este tiempo ha sufrido visiones terroríficas y es sedado a cada rato producto de ello. Luis sabe que lo que vivió es cierto, lo que no sabe es que aun falta lo peor cuando fallezca.
Un amor
Quiero amar y ser amado, quiero estar enamorado
Encontrar el amor que soñé, realizar mi sueño esta vez
Demostrarle al mundo que yo se querer
Caminar por un mundo mejor donde no haya odio ni rencor necesito encontrar una mujer……un amor
Quiero querer y que me quieran, quiero embriagar mi vida entera al amor
Encontrar el amor que soñé, realizar mi sueño esta vez y demostrarle a la gente que yo también se querer……un amor
Suscribirse a:
Entradas (Atom)